Sólo le hace falta a esta imponente noche de luna llena, después de ver desfilar aquella estrella fugaz, y contemplarlas a ellas, las estrellas; tú recuerdo. Aquel que parece llamarme cuando quiero olvidarte, aquel que me grita cuando quiero odiarte, aquel que trae a mi memoria tus sonrisas junto a mi boca, tus caricias frente a mis ojos.
Me he mentido tantas veces diciendo que ya no estás allí donde el amor nace, donde los latidos hablan, donde los ojos brillan, donde las mariposas danzan y acarician.
Me he mentido tantas veces al decir que no quiero verte, que no deseo sentirte, que no anhelo escucharte, que no muero por cerrar mis ojos al sentir tu suspiros en mis oídos.
Creo que estoy empujando este sentimiento para el lado contrario, porque entre mas empujo más adentro te has clavado. Pero antes de que el frío ocaso llegue a la solemne alba; por tus ojos y por tu alma, te prometo, pasarán mil palabras.
¿¡Como escribirte lo escrito!? ¿¡Cómo decirte lo dicho!? ¿¡Cómo dibujarte lo pintado!? ¿Cómo pincelarte un nuevo cuadro en donde esté plasmado todo lo que siento y niego, todo lo que quiero y pienso, sin que sepas quien lo pintó? Trataré de hacer erizar tus más finos cabellos con mil palabras, pero si no puedo, guardaré otras mil bajo mi almohada.
¿Cuándo y a qué hora, de que día, en que mes, de cual año, comenzó todo esto?… No lo sé. Tal vez fue ese día en el que por mis venas dejó de correr sangre, por mi corazón, latidos; por mis manos, sentidos; por mi boca, suspiros; el día en que mis pupilas alcanzaron su máxima expresión, al ver y comprender, que nunca habían disfrutado, ni disfrutarían, de la vislumbrante belleza que mi ser percibía.
No recuerdo haber recorrido un sendero tan sublime como el que mis ojos recorrieron al mirarte y consentirte; sonreírte mientras mirabas, enamorándome mientras hablabas, mimándote mientras callabas.
No recuerdo haber catado un vino tan exquisito como el que entre mis dedos estuvo; un color equilibrado, un sabor inigualable; el aroma de lo perfecto tiene nombre: tus labios, tus besos.
La noche ha pasado paciente y despejada, excepto mi alma que está decaída; mis lagrimas son mi tinta, mis dedos la plumilla. En la luna puedo ver, como en un espejo de agua cristalina, tus ojos marrones que se difunden en la lejanía, tu cara fielmente esculpida que retoca el paisaje musical de las luciérnagas meditabundas de la eterna alborada.
No necesité probar para sentir, ni ver para oír; no necesité tocar para amar, ni palabras para hablar; cuando estabas junto a mí. No necesité marcar para llamar, ni caminar para ir; no necesité correr para alcanzar, ni mundo para vivir, cuando descubrimos un universo de amor que se hizo infinito en nuestras manos, con nuestros dedos entrelazados, unidos y atados con el majestuoso cinturón de Orión.
¿Qué significa esta mueca de ironía que emana de mi boca?… recordar cuando te veía sonreír es hermoso; pero sonreír, ahora que te puedo recordar, es doloroso.
Descubrir en cada astro la firma de tu esencia, mirar arriba y darme cuenta que las estrellas no forman una constelación, sino que una constelación es el collage del polvo de diamantes que desprenden tus alas al surcar el índigo intenso del sombrío firmamento nocturno, el carmesí petulante de mis latidos vitalis
Tengo que decir que se mas de ti que de cualquiera, y se mas que cualquiera de ti; pero de que me sirve saber lo que te gusta, lo que te mueve, lo que te llena, lo que te enamora, lo que disfrutas; sino puedo tenerte para hacerte lo que te gusta, ensamblar lo que te mueve, inundar lo que te llena, conquistar lo que te enamora y endulzar lo que disfrutas. De que me sirve tener de faro la espectacular luna, si solo necesito que me mires para iluminar esta baldía penumbra. De que me sirve sacar del armario esta empolvada cazuela de cencerros oxidados, si no funcionan para enamorarte, después de mil intentos, dos mil palabras, tres mil ejemplos.
Agudamente perezco con esta indolente hipotermia, Pero aun así, comparezco insolente ante la duda imperfecta, enfrentado persistente el motivo que me mueve; el amarte. ¡Que este venerable tribunal compruebe si he de equivocarme! Si no encuentran en mí ser que siento lo que digo, que olvidarla sea vuestro dictamen; ¡inocente hallarán mi causa!… descubrirán que desde aquel día hasta ahora, ni un segundo he dejado de amarte. ¡Si he de presentar pruebas!… coloco sobre esta mesa los pergaminos que le he escrito, 1.000 para ser exactos; ¡si he de presentar testigos!… coloco sobre este buró mi corazón, para que declare.
Apelo a ustedes honorable jurado de estrellas; ustedes que han visto cuanto la he amado, ustedes que han experimentado cuanto la he seguido, la he llorado; que aunque no ha estado conmigo, la he querido como un noble vasallo; Solo ustedes pueden decidir si la sigo amando, o la olvido para siempre en un corto lapso; solo denme 100 años.
Ningún sentido tiene moldear tantas palabras y enviar tantas señales, sino puedo lograr que se forjen en las profundidades de tu alma. Ningún sentido tiene gritar tantos te quiero, querer tantos deseos, desear tantos momentos; si a quien espero no toma el tren de mi nombre, en la cabina de mi corazón, en la estación del amor, en el país de la ilusión, frente a la estatua de mi pasión; con pétalos de chocolate, chocolate de rosas, rosas de besos, besos del aire; aire convertido en suspiros, suspiros convertidos en te amo. Ningún sentido tiene esperarte, sino llamas; buscarte, sino hablas; dibujarte, sino crees; amarte, sino quieres; enseñarte, sino escuchas; enamorarme, sino sientes lo mismo que yo siento al verte. Ningún sentido tiene escribirte, sino lees.
Una tenue luz de resplandor se asoma a lo lejos; es el alba que emana sonriente, descansada y creciente.
Lo que prometí, está cumplido; ahora en ti, 1.000 palabras he fundido.
Autor: Juan Carlos Vidal
PD:
Creo que una pequeña sobredosis de las palabras vivas de un enamorado, no te hará daño, pero de ser así, yo asumo el riesgo.
No es necesario decirte lo que siento literalmente, pero por si acaso no lo entiendes; Te Amo.
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