Hay algo que de por sí nos complica mucho la forma de amar, de amar de verdad; y es esa falta, esa carencia, ese vacío, que ha devenido luego de cierta experiencia en algún punto de nuestra vida y que tratamos de suplirla con otro que está enamorado; será tarea pues adentrarse en uno mismo y escarbarse minuciosamente hasta descubrir lo que a uno le falta, y reconocerse así, todo un carente; quizá, adquiriendo ya esa conciencia de sí mismo, no buscaremos más en el otro aquello de lo que escaseamos sino que aprenderemos a vivir con ello, comprendiendo entonces que el otro no podrá usarse más para llenar lo que falta de mí, así cada quien podrá empezar amar de verdad, como dos sujetos en falta que solo buscan acompañarse y no necesitarse que eso no sería amor, sino una terrible dependencia. Quizá ahora comprendo porque Dios puede amar tan puramente, y es que a Dios no le falta nada y nos ama por lo que somos y no por lo que él pueda necesitar.
Autor: Jonathan Arango Garcia
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