DONA A UNA FAMILIA VENEZOLANA

viernes, 20 de enero de 2017

No Estabas…


Hoy, todo un día, parece que fueran a pasar 25 horas…
Por la mañana…Al salir de casa, parado frente al jardín, cogí las flores rojas y blancasbellas y frescas y formé el regalo que siempre esperaste y que nunca te di y como no estabas, lloré tristemente. Ese ramo de flores quedó marchito acompañando mi llanto.
Sentado en la mesa, mi soledad me rondaba por todos lados, y mi llanto nublaba mi mirada y te recordaba vagamente, pero ese recuerdo me dolía como si fuera reciente. Agarré esa manta roja y formé un corazón tan lindo, como cuando sonreías conmigo, pero como no estabas ese corazón se deshizo, porque no encontró ser correspondido y tampoco halló un poco de amor para que palpite.
Sentado en la mesa, como siempre solo, agarré esa servilleta y formé una gaviota, esa que echaba a volar nuestros sueños por nuestro mundo y por rumbos del futuro; pero como ya no estabas, la gaviota fue a dar contra el piso y agonizó deslizándose a un centímetro, cercana a mi dolor.
Día pleno, el sol bello, pero como no estabas me fulminó con un rayo; la nube era blanca y me invitaba a subir por el cielo, pero como no estabas, ascendió sola y estando en lo alto, lloró ríos (los hombres comunes le llaman lluvia). Mas tarde el cielo azul me invitaba a contemplar su firmamento, pero como no estabas, el día adelantó sus agujas y fui a dar con la noche oscura y triste, más triste con mi tristeza. Doliente.
Noche, cruel noche, pero al mirar al firmamento las estrellas resplandecientes me ofrecían una velada perfecta, romántica y llena de verso, pero al agachar la mirada no estabas y se desplegó la obscuridad que me quitó hasta las ganas de vivir.
En esa noche, saqué tu chocolate favorito que hacia juego con es obscuridad que cubría el mundo infinito y no dejaba entrar ni un rayo de claridad; y tú no estabas, y ese dulce dulcísimo se derritió gota a gota y acompañó a mi llanto, a regar el piso.
Sabanas blancas, donde escribí tu nombre, y como no estabas, tu nombre se marchó a buscarte. Hojas blancas donde empecé a plasmar versos de amor que tanto adorabas, pero se quedaron sin sentido, sin razón de ser porque tus ojos no lo pudieron leer.
Y quise seguir la vida, dar vuelta la página, ponerle ánimo, pero como no estabas, tú que eres mi otra mitad, mi vida no pasó de ese día que su último segundo llegó a dar con las 24 horas. Dolor y distancia…una vida que acaba.

Agonía, no pasé de ese día, porque tú no estabas; pero tú, si pasaste a la hora 25.

Autor: Willan V. Castillo

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