Yo quise que me buscaras como el Quijote a su Dulcinea.
Por donde quiera creía verla y respiraba porque su aspiración y sueño más preciado era encontrarse con su amada.
Tanto deseé que me amaras, así como aquel protagonista que con la fuerza de su sentimiento, conquistó el corazón de la que él quería fuera su dueña.
Yo soñé un amor transparente y verdadero.
Capaz de tocar el cielo con un beso, de vivirse tan intensamente como descender a las profundidades del océano y respirar el aire que exhala el corazón.
Te quise dulce, galante y sencillo; inteligente e integro. Te imaginé de la forma en que son algunos caballeros, que cuando ven a los pájaros volar por encima de ellos, no pueden evitar sentir nostalgia. No los aprisionan en jaulas porque ellos saben que Dios los creó para que fueran libres.
Quise vestirme de primavera y rodearte como la mariposa a la flor. Envolverte con cariño y ternura. Aprisionarte a mi pecho por decisión tuya y no por decreto e imposición.
Entonces comprendí que el amor es más que un cuento, pero que vivir mi sueño contigo era una realidad tan bella y hermosa. Porque tú me amabas y yo te correspondía totalmente. Tú me amabas tal o mucho más de lo que yo imaginaba, me tomabas de la mano y me hacías sentir tan protegida y segura.
Y yo desde entonces he atesorado tanto tu presencia en mi vida. Te he aceptado y recibido como un regalo que descendió del cielo para llenar mi vida con la inmensa alegría. No te cambio ni aunque me dieran la oportunidad de obtener una nueva vida, porque yo la aceptaría si me tocará volverla a vivir encontrándome en tus ojos.
¡Te amo! Es tan sencillo y tan cierto como el que sol vuelve a salir todos los días. Tu amor me envuelve en un manto tan cálido y delicado.
Para siempre quiero este amor anidado en mi corazón.
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Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com – www.poetascristianos.com
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