¡Oh! Jesús, Señor
amante;
Roca de la eternidad,
Pronto amparo al navegante
En el mar de adversidad.
Cuando náufrago me hundía
En profundo y negro mar,
En mi angustia yo decía,
¿Quién pudiérame salvar?
Y en mi lucha fiera y loca,
No quedando aliento en mí,
De refugio hallé la Roca,
Y a su amparo yo acudí.
Fue Jesús la Roca fuerte
Que en mi angustia me salvó;
El libróme de la muerte,
Y en su seno me acogió.
Mas la roca, ¡oh! portento,
Que en el mar mi amparo fue,
Es eterno fundamento,
Firme apoyo de la fe.
Ya las olas tan airadas
A mis pies no llegarán;
Mis angustias son pasadas,
Ha cesado el huracán.
Y tú, náufrago, que luchas
En tan fiero y hondo mar,
Tus angustias son ya muchas
Ven a Cristo a descansar.
Es del hombre lo falible"
Mas en Cristo el todo está;
El, la Roca inconmovible,
Por los siglos durará.
Roca de la eternidad,
Pronto amparo al navegante
En el mar de adversidad.
Cuando náufrago me hundía
En profundo y negro mar,
En mi angustia yo decía,
¿Quién pudiérame salvar?
Y en mi lucha fiera y loca,
No quedando aliento en mí,
De refugio hallé la Roca,
Y a su amparo yo acudí.
Fue Jesús la Roca fuerte
Que en mi angustia me salvó;
El libróme de la muerte,
Y en su seno me acogió.
Mas la roca, ¡oh! portento,
Que en el mar mi amparo fue,
Es eterno fundamento,
Firme apoyo de la fe.
Ya las olas tan airadas
A mis pies no llegarán;
Mis angustias son pasadas,
Ha cesado el huracán.
Y tú, náufrago, que luchas
En tan fiero y hondo mar,
Tus angustias son ya muchas
Ven a Cristo a descansar.
Es del hombre lo falible"
Mas en Cristo el todo está;
El, la Roca inconmovible,
Por los siglos durará.
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Arturo Borja Anderson --
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