Me borraste del libro de tu vida,
más no tengo reproches que lanzarte;
si me llamé tuya y consentí en amarte,
no me muestro por ello arrepentida.
No es perenne el amor, no hay fuerza
capaz de contemplarlo eternamente…
Tú y yo nos adoramos locamente, no
importa que haya sido una mañana.
Dulce huella en mi espíritu has dejado
por que en mi corazón ¡Oh mi bien
amado!
no se abrieron las rosa de estío..
Yo no quiero no debo reprocharte,
porque espero algún día perdonarte
y llamarte de nuevo, amado mio.
Rosario Sansores (México)
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