DONA A UNA FAMILIA VENEZOLANA

lunes, 17 de octubre de 2016

MERCEDES



Aunque el tiempo nos haya separado
(no es el tiempo sino la vida quien aleja) 
no debo, no sería lícito olvidarte y ser injusto contigo. 
Porque si tu presente de mujer burguesa 
está tan lejos de lo que creo y siento, 
a la muchachita que fuiste, junto a mí 
la amé hasta ese natural punto que 
no precisa palabras, ni declaración ni sexo. 
Era la amistad el calor, más allá de otros lazos. 
Jugaba contigo y me reía contigo 
y te buscaba cuando estaba solo (tantas veces) 
sin que tú nunca me fallaras ni mostrases 
extrañeza. ¿Te acuerdas de cómo nos reíamos? 
Jugábamos a chicas y hablábamos del mundo. 
Íbamos al cine y me contabas, por fin, 
los chicos que te gustaban, los actores, los sueños 
de lo que ambos seríamos huyendo de aquella 
adolescencia en el opaco, hosco Madrid cerrado 
a la libertad, de los mediados sesenta. Adiós, 
amiga mía, nunca será como antes y nunca hablaremos 
como hablábamos entonces. Tú vas en tu avión
y yo vuelo -no sé cómo- en dirección contraria. 
Pero te recuerdo y te doy las gracias. Única 
amiga de mi infancia. Por ti no estuve solo del todo. 
Por ti sentí que la vida podría ser amable. 
Para ti fui un niño normal y corriente,
al que quisiste -creo- y te quería. Otro amigo.
Jamás sentí que me mirases con extrañeza. 
Pocos -poquísimos- me vieron tan real, tan cerca.

Autor del poema: Luis Antonio de Villena

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